Canto V
Vi volar veleros en tu mirada
verde de correr libre por las tierras
y páramos del rápido respirar
que culminaban tus labios en cumbres
de las suaves caricias en tus senos
de casta piel aceitosa de oliva.
Fugaces codornices te observaron
dormir entre los pliegues de los sauces
en los que se encoje el viento a respirar.
En el baile de los cantos rodando
tu voz atrajo pequeños cachorros
con candiles de albahaca en el morro,
Reflejando las hebras de tu pelo
que con el silbar de cuervos se fugan
en busca de naranjos florecidos.
Canto IV
Soplarán fuertes los vientos áureos,
llevándose en el camino los granitos
de tierra de los diques secos que desean
humedecerse en los lagos, en las profundas
leizes de tus suaves finos muslos,
Tintados del color del otoño
que el verano predice, y será fruto
de tu piel el surcar de caracoles
los mares y ríos sinuosos de la tierra
quemada por golondrinas que huyen
del invierno, buscando el calor en las hojas
que tú desprendes, atrayente aroma
de bellota seca, de naranja madura,
de tomillo arrodillado en tu estandarte
de rosa y clavel.
Canto III
Fue el otoño quien abandonó
luciérnagas en tu armario.
Fue el otoño quien dejó
caer las gotas de tus ojos,
dejando las hojas planear
lentamente hacia el suelo;
Se fue el otoño,
dejando boca abajo tu habitación,
dejando boca abajo las faldas de tu calor,
y se fue quedándote
como quien ve escapar
la esencia de la vida,
la juventud perdida,
sonrisas olvidadas en playas solitarias,
granitos asturianos de arena confidente
cuando el otoño se fue.
Canto II
El tiempo pasa, las cosas cambian,
recuerdo tu voz como una alondra
seca humedeciéndose en ubres
de álamos escudando tu recuerdo,
huyendo como hojas de magnolia
por el lucero de mi vendaval.